Actividades en familia: la vida cotidiana
La vida cotidiana es uno de los grandes retos para los padres. Muchos se preguntan cómo es posible que no consigan disciplinar a un hijo después de haber conseguido educar de forma correcta a otros. Para otros padres, si es el primer hijo, supone un cuestionamiento general de su capacidad para educar. Los padres se sienten muy frustrados de no ser capaces de hacer lo que creen que se debe hacer: mantener la calma, explicar razonadamente, no imponerse autoritariamente, negociar, etc. Los padres se ven a sí mismos cometiendo errores claros en lo que consideran una adecuada educación. Los niños consiguen sacarles de quicio con multitud de pequeñas cosas que ellos muchas veces saben que no son demasiado importantes; desde luego no tan importantes como para ponerse “como se ponen”. Pero, “les saca de quicio”.
“¿por qué es tan complicado que obedezca a la primera? Si sabe que todos los días se tiene que lavar los dientes, y que va a acabar haciéndolo, ¿por qué hace que al final, después de decírselo 10 veces, tenga que acabar gritándole para conseguirlo?, ”¿cómo es posible que acabe consiguiendo que le diga que haga algo “porque sí” o “porque yo lo mando” o “porque soy tu padre” ¿Cómo es posible que le cueste tanto razonar?
Actividades en familia: ocio, fin de semana
Todas las dificultades debidas a la hiperactividad se ponen de manifiesto también en el resto de las actividades familiares. A veces incluso más que en el colegio, y eso es debido a que suelen ser actividades no rutinarias, menos estructuradas, más novedosas. Lo que los padres pretenden que sea un tiempo de ocio compartido alegre, tranquilo, de disfrutar unos de otros, de poder enseñar y aprender otras cosas de la vida diferentes de las académicas, se puede convertir en un tormento. Los padres tienen que estar demasiado pendientes de este niño, a costa de hacer menos caso a los demás. La supervisión que necesitan es constante, para no perderle, para que no le pase algo, para que siga el ritmo de los demás, se adapte al plan de todos, aguante en las actividades planificadas, etc.
Otro aspecto desesperante es que los niños no parecen tener un esquema adecuado del tiempo. Algunos estudiosos del TDAH han llegado a considerar el TDAH como una “ceguera del tiempo”. Los padres no pueden entender por qué el niño no tiene una idea aproximada de lo que puede tardar en llegar su cumpleaños. Parece que viven en un presente permanente. Es típico que no tengan una idea aproximada de cuanto tiempo queda para su cumpleaños, cuanto queda de curso, o cuanto duran las vacaciones. Realmente parece que nos toman el pelo cuando nos contestan que las vacaciones de verano duran una semana, con 7 años, por ejemplo. Esta dificultad para comprender el concepto del tiempo provoca muchísimos problemas en la vida cotidiana. Desde el famoso “espera” que repiten continuamente, hasta la incapacidad para estar listos a tiempo para salir de casa o la dificultad de los padres para motivarles con algo que sucederá en el futuro (en vacaciones, en la fiesta de cumpleaños, etc). Parece que todo tiene que ser presente y por eso las gratificaciones, los premios, las consecuencias en general de su comportamiento (positivas o negativas) conviene que sean lo más inmediatas posible a los comportamientos que se pretenden reforzar o cambiar. Si no, no servirán de nada. El que entiendan el concepto del tiempo, el que vayan cogiendo la medida del tiempo, el que puedan ir aplazando las consecuencias, y que éstas vayan regulando su conducta es un proceso largo, tedioso, cansino. Pero es necesario. Otros niños lo van aprendiendo solos, espontáneamente. Los niños hiperactivos lo aprenden tarde y mal y por eso necesitan en la vida cotidiana muchos elementos que ordenen, que parcelen el tiempo. Los calendarios, relojes, agendas, son esenciales. Pero son muy difíciles de usar para ellos. Por eso tienden a no hacer caso a la agenda, a no ponerse el reloj, no hacerle aprecio alguno, etc. Pero es una inversión rentable ayudarles a que vayan utilizando todas estas herramientas.
Podríamos extendernos muchísimo en los distintos aspectos de la vida en que el TDAH influye en como el niño se comporta, y como ésto va determinando sus relaciones personales (familiares y sociales), su rendimiento académico, sus elecciones vocacionales y profesionales, el desarrollo de un adecuado concepto de sí mismo y una confianza adecuada en el mundo (a través de las relaciones con sus adultos de referencia, padres y profesores), su desarrollo personal auténtico, único y original. Sin embargo, queremos con estas claves dar solo una serie de ideas, abrir las cabezas de los padres a tomar una actitud de observación de cómo son sus hijos, de reflexión sobre sus capacidades y limitaciones, de auto-observación de cómo le están ayudando a desarrollarse de un modo competente y feliz, de aceptación de lo que observen que en su hijo es diferente y de aceptación, también, de qué dificultades pueden tener ellos como padres para ayudar y no obstaculizar, un desarrollo personal adecuado. Con todo esto, pretendemos ayudar a que los padres puedan aprender, modificar esquemas, clichés preconcebidos, a que sean creativos, y tengan la humildad de pedir ayuda cuando se encuentren limitados a la hora de educar a sus hijos ellos solos.