Cómo diferenciar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en los niños de otros trastornos asociados
Trastornos de aprendizaje en el TDAH
Aunque
aproximadamente el 40% de los niños con TDAH tienen dificultades en
el aprendizaje, el TDAH no es un trastorno del aprendizaje
como tal, aunque algunos de los déficits atencionales pueden
dar lugar a algunas dificultades en el mismo. Tampoco existe relación
entre el trastorno y un desarrollo intelectual inferior a la media.
Sin embargo, es frecuente que el TDAH se asocie a otros problemas de
aprendizaje, en particular a los trastornos de lecto-escritura. La
lectoescritura y las matemáticas, que requieren una mayor
concentración que otras áreas del aprendizaje, pueden generar más
dificultades al niño con TDAH aunque no tenga un trastorno
específico asociado. La diferencia fundamental se verá viendo si el
niño, al menos por un ratito, se puede concentrar, es capaz de leer
de forma correcta y enterarse de lo que lee.
También
es frecuente que los niños hiperactivos cometan errores por
descuido, que se retuerzan o muevan constantemente mientras están
sentados, que dejen incompletos los trabajos, que se levanten con
frecuencia, que no escuchen ni obedezcan cuando les hablan
directamente, o que interrumpan conversaciones o actividades de otros
niños.
También
es frecuente que hablen excesivamente cuando hay que mantener
silencio, que contesten antes de que se haya terminado la pregunta y
que les resulte complicado esperar su turno de palabra. Con relación
a la ejecución de las tareas que se les plantean, puede resultar
habitual que pierdan materiales necesarios para realizar las
actividades propuestas incluso que en las actividades de ocio
relajadas den la sensación de “llevar un motor”. Todas estas
razones, y muchas más, dificultan el aprendizaje.
Otoro
problema añadido es que los niños con TDAH son más difíciles de
educar porque necesitan de una mayor persistencia y unas pautas
educativas adaptadas a las dificultades que manifiestan. Necesitan
consecuencias ante sus acciones inadecuadas de una forma mucho más
inmediata que otros niños, y las dificultades atencionales hacen que
muchas veces no presten atención a las órdenes o consignas verbales
que se les presentan, por lo que pueden tardar más tiempo en
asimilar que otros.
Trastorno por abuso de drogas
El riesgo en el TDAH de presentar en la adolescencia o en la edad
adulta consumo de drogas es del 12% al 24%. Estos trastornos suelen
presentarse con frecuencia más temprano, y duran más que en las
personas que no tienen TDAH.
El uso de drogas es habitual en la adolescencia, y forma parte de la
diferenciación del mundo adulto que hacen muchos jóvenes mediante
actividades que les hacen sentirse diferentes. También es común la
experimentación con cosas nuevas, en una búsqueda de autonomía e
identidad personal.
Algunas características personales (ansiedad, timidez…) y algunos
factores ambientales (accesibilidad, consumo por el grupo de
iguales…) pueden hacer que se pase del uso al abuso de sustancias,
lo que repercutirá en la salud física y mental, generando una
dependencia ante la sustancia.
Existen muchos datos que evidencian el consumo de drogas en personas
con TDAH a lo largo de su vida, que convergen en demostrar que este
trastorno es un factor de riesgo a la hora de consumir sustancias.
La labor educativa y preventiva desde el equipo educativo es muy
importante.
A modo de conclusión señalar que cuando se trata el TDAH,
desde los centros de protección de menores hay que tener en cuenta
que puede no ser un trastorno aislado.
El conocimiento de otros trastornos y su diferenciación son
fundamentales para ajustar la respuesta educativa a las necesidades
de cada caso concreto. Un buen diagnóstico es la base de una
adecuada intervención terapéutica y educativa. Cuanta más
información esté disponible y sea posible obtener de la historia
personal de los menores más fácil será entender los motivos de sus
conductas inadecuadas.
Así mismo es fundamental comprender las dificultades añadidas de
los niños que presentan varios trastornos, y responder siempre de
una forma profesional positiva.
Es fundamental la colaboración con la familia disponible y con la
escuela.
Hay que tener en cuenta que la intervención puede estar limitada en
algunas ocasiones. Se trata de compensar, en la medida de lo
posible, las dificultades encontradas.
El establecimiento de rutinas, horarios y hábitos ayudan de forma
muy importante a concentrarse.
Es necesario identificar los puntos fuertes del niño para favorecer
su confianza y autoestima, así como para motivarlos y estimularlos
continuamente.
Hay que enseñar a estos niños autocontrol, aunque este aprendizaje
requiera más práctica y sea más lento que en otros niños. En
este sentido, los educadores deben ser tolerantes con las conductas
inapropiadas sin dejar de poner los límites adecuados. Para ello es
conveniente dar las órdenes de una en una, sin gritar, y de forma
clara y sencilla para el niño.
Se trata de ofrecer al niño con TDAH un apoyo firme y flexible. Ser
un buen educador implica ser receptivo y mostrar apoyo, adecuando las
exigencias educativas a las características de cada niño. El
trabajo con estos niños exige además una gran dosis de paciencia y
profesionalidad.