Cómo diferenciar el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en los niños de otros trastornos asociados
Trastornos de conducta
En la
evaluación de los trastornos de conducta en el TDAH hay que
diferenciar si las conductas inadecuadas y perturbadoras son un
trastorno en sí mismas o forman parte de las manifestaciones del
TDAH.
Analizaremos
dos de los trastornos de conducta que pueden darse junto con el TDAH:
Trastorno Oposicionista desafiante
Puede llegar a presentarse en casi la mitad de niños con TDAH.
Consiste en un trastorno en el que los niños ya desde la etapa
preescolar (antes de los 6 años) presentan un patrón de conductas
negativistas, hostiles y desafiantes durante periodos superiores a
seis meses. Es frecuente que en estos niños su primera respuesta sea
no, ante cualquier demanda o petición. Parecen siempre malhumorados
y difíciles de contentar o estar alegres. También presentan
hostilidad frecuente. Dichas conductas incluyen discusiones con los
adultos, enfados, rabietas. Desafían y rechazan la autoridad del
adulto o educadores: suelen negarse a cumplir las órdenes de otros y
a seguir las normas establecidas. Tienden a mentir, culpar a otros de
sus conductas inadecuadas. Pueden molestar a otros intencionalmente y
reaccionar de forma colérica y con resentimiento, venganza o rencor.
Aunque
puede darse este diagnóstico sin que exista un TDAH, el hecho de que
exista un TDAH puede aumentar la probabilidad de desarrollar este
trastorno. Ante las conductas desafiantes del niño, muchas veces
los educadores y familiares pierden el control y terminan castigando
en exceso al niño o enfrentándose a él, a veces de forma
inadecuada y con poca utilidad.
Estos
niños pueden generar rechazo social y ser molestados por otros niños
así como ser ellos mismos los que generen actos de “bullying”,
intimidación física y verbal hacia compañeros.
En los
niños hiperactivos es a menudo la falta de control lo que lleva a
que se precipiten o comporten de forma inadecuada, sin pensar en las
consecuencias de sus actos. La impulsividad también les lleva a
fracasar en algunas de las actividades que se plantean, a frustrarse
con facilidad y explotar con rabietas inoportunas o conductas
agresivas.
En
relación directa con la impulsividad, inquietud e inatención
características de los niños hiperactivos se pueden producir faltas
de disciplina, conductas desobedientes y de incumplimiento de normas.
El
trastorno negativista desafiante complica la evolución y dificultar
el pronóstico del TDAH cuando se da de forma conjunta.
Muchas
veces, la impulsividad de uno y otro trastorno se diferencia en un
menor control e intencionalidad en el niño con TDAH, con mayor
capacidad de arrepentimiento e intento de reparación posterior. El
tono emocional habitual no suele ser irritado en los niños
hiperactivos, y es característico de los oposicionistas. Los
oposicionistas no tienen por qué tener problemas de atención, ni de
hiperactividad. El síntoma compartido fundamental es la
impulsividad.
Trastorno Disocial
Consiste en un patrón de comportamientos en el que se violan
sistemáticamente las normas sociales o legales y los derechos
básicos de los demás, de forma persistente. Pueden presentarse
conductas agresivas hacia animales y personas (intimidación, peleas,
uso de armas potencialmente dañinas, crueldad física), destrucción
de propiedad, robos y mentiras para eludir responsabilidades y
violaciones graves de las normas establecidas.
Puede
afectar a una cuarta parte de los niños y adolescentes con TDAH, y
suele tener un peor pronóstico.
La
hiperactividad supone un factor de riesgo para el desarrollo de
trastornos de conducta de inicio temprano. En el TDAH la
hiperactividad ocurre en todas las actividades, incluidas las
elegidas por el niño y aquellas en las que él disfruta. En niños
más disociales suele haber mayor diferencia entre las actividades
deseadas, elegidas por ellos y las impuestas.
La
impulsividad y agresividad en los niños hiperactivos es más bien
reactiva ante una situación concreta de frustración, mientras que
en los trastornos disociales, esta impulsividad y agresividad
asociada puede responder a un deseo de hacer daño o a una
frustración o insatisfacción más global y no necesariamente
ocurrida en ese momento.
Además
es importante tener en cuenta que en el TDAH sí suele existir culpa
y arrepentimiento, después de esas conductas perturbadoras fruto de
la impulsividad, cosa que no ocurre en los trastornos disociales por
lo general.
En
cualquier caso la existencia de conductas perturbadoras y agresivas
requiere una intervención específica y programas de modificación
de conducta, control de impulsos, manejo de la ira, entrenamiento en
habilidades sociales, de forma que permitan abordar de forma global
estas conductas inadecuadas.