La identidad
Ser
recordado por alguien, que alguien le conozca bien a uno, ser
importante para alguien. Que al menos un adulto se conozca la vida de
cada niño.
No es raro
que un profesional médico, psicólogo, psiquiatra, atienda a un niño
de acogida y el informante que le acompaña, que debe contar qué le
ocurre al niño, o al menos cómo se comporta, solo conozca los
últimos meses de la vida de ese niño. Eso en sí mismo es un drama.
El niño no recuerda, los adultos no conocen. El niño no tiene un
hilo conductor de su vida, nadie sostiene en la cabeza su biografía.
Una de las
características de bastantes niños en acogimiento es la
multiplicidad de rupturas biográficas que han tenido. Los niños
bajo tutela pública con frecuencia viven vidas discontinuas, y la
información sobre ellos se convierte en fragmentada, se pierde;
reconstruir huecos, ausencias, omisiones, puede ser una tarea ardua o
imposible. Así, la sensación de sí mismo, de su propio valor, de
su identidad, es difícil de mantener. Y uno de los factores más
importantes para tener un buen pronóstico de vida tras estar
sometido a múltiples adversidades vitales es tener un adulto de
referencia que tenga presente al niño a lo largo de su vida, que le
quiera, que le acompañe, que se preocupe por él, que piense en él.
Algunos centros, instituciones, tutores, pueden convertirse poco a
poco en ese alguien para quien el niño es importante, el niño como
sujeto individual y único. Eso puede ser muy terapéutico. Ese lazo
de continuidad, esa persona que el niño introyecta como alguien
importante, a quien importa hacerle o no daño, que va a sufrir
genuinamente por él, que va a estar ahí con él le vaya como le
vaya, es un elemento esencial para que el niño se desarrolle con una
mínima confianza en sí mismo y en el mundo. Del lado del niño está
que tenga la suficiente capacidad como para no agredir o dañar
cualquier posibilidad que tenga de que alguien se vincule a él. Para
algunos niños, una experiencia vital en la que se sientan conocidos,
respetados, importantes, reconocidos, es una experiencia con un valor
incalculable.